No es que haya salido mucho de fiesta, pero sí lo suficiente como para decir que la fiesta aquí es muy bizarra, como todo en general, supongo.
Normalmente quedamos sobre las 11 y algo, compramos una lata de combinado alcohólico, a 1,25 euros aproximadamente y nos dirigimos hacia la “discoteca”. Cabe decir que la mayoría de japoneses intenta coger el último metro, que es a las 12, por lo tanto van bastante borrachos ya a esas horas. Ir de discoteca no es lo más común entre la gente joven, así que supongo que es por eso por lo que siempre nos acabamos encontrando a gente extraña.
En muchas discotecas, las chicas entran gratis o tienen un gran descuento. En algunas incluso puedes conseguir bebida gratis. Ahora lo entiendo todo. Los japoneses son super tímidos, por no decir rancios, así que es el turno de las japonesas para mover ficha. Sin embargo, estas prefieren a los apuestos americanos, escandinavos…que digo apuestos, a los occidentales, directamente. No importa la edad, el peso, el aspecto, las japonesas se lanzan cual lagarta al sol y utilizan sus tácticas de nipona kawaii, pequeña, graciosa, gata nocturna para cautivar a los occidentales, que en la mayoría de ocasiones, es precisamente a lo que han ido a hacer, ligarse a japonesas inocentes de aspecto, verdaderas depredadoras por dentro.
Los siento chicas, a vosotras no se os acercarán demasiado. Bueno si, occidentales desorientados o japoneses que quieren hablar del tiempo y el fútbol de Barcelona. Si lleváis los hombros al descubierto seréis unas frescas, por mucho que las japonesas vayan enseñando el culo. Si habláis con los chicos se extrañarán, mientras que las japonesas lo hacen sin ningún tipo de reparo. Si bailáis con amigas dirán entre ellos “gaijin, mite mite” (Extranjera, mira mira) a lo que les puedes contestar “Sou, gaijin desu” (exacto, soy extranjera) y entonces al menos te dejarán algo más de espacio para bailar.
Mas no desespereis que esta entrada no es para nada negativa! La fiesta en Tokyo tiene sus pros y sus contras y siempre acabas con un puñado de anécdotas que contar, canciones buenas para bailar y el mítico McDonalds para acabar la noche!