sábado, 9 de febrero de 2013

El universo extrasensorial de las peluquerías niponas


  Después de una entrada un tanto negativa, llega la alegría de la huerta. Y es que ir a la peluquería en Japón es toda una experiencia extrasensorial.

 Esa mañana había hecho mi último examen final, el de kanji y después quería ir de rebajas, pero dado lo “bien” que me fueron los malditos kanji T_T decidí ir a la peluquería, a darle un cambio a mi vida, así en el caso de que me hicieran un destrozo en la cabeza, al menos no pensaría tanto en el examen. 

 No tenía mucha idea de cómo le explicaría al peluquero cómo quería que me cortara el pelo, pero me daba un poco igual, sólo quería que me lo cortara y punto. En un principio sólo lo quería un poco más corto, pero me animé y le dije que lo quería corto corto. Primera sorpresa: me dijo claramente que me iba a quedar con mucho volumen, es decir, me dijo las cosas claras, cosa que en mi vida me había pasado con un peluquero, siempre hacen lo que les sale de las…tijeras. El pobre hombre, he decidido llamarle Joshua, me iba intercalando palabras en inglés para que me quedara más claro, tipo “light, light”, “volume down”. Muy majo el hombre, un amor. 

 A lo que empieza la conversación bizarra con un “de dónde eres?”, “Soy de España”, “aaah, que guapos los españoles, no?” … ¬¬ (¿supongo?) “no sé, a mi me gustan más los asiáticos”, “ah si? Pues yo fui a Italia y muy guapos. Los de Londres…bueno” (jajajaja). Vamos, la típica conversación abierta con un gay que tendrías en Barcelona. No en Japón, dónde en la tele no paran de salir transexuales pero NUNCA se plantearían que la persona que se sienta a tu lado pudiera ser gay o lesbiana, no lo conciben. 

 “Que pelo más bonito tienes, y la cabeza pequeña, es que los japoneses tienen la cabeza grande”, “oh, que forma de cabeza más bonita, sabes qué raza tiene la forma de la cabeza más bonita? Los negros” y yo con una cara de WTF, mientras me tocaba el cráneo. “los japoneses se cortan el pelo cuando están tristes, te han roto el corazón”, “no, he tenido un examen de kanji, que es peor”. Luego, mientras me cortaba el pelo (en seco), me iba haciendo las típicas preguntas de sesión de peluquería, que si qué estudias, la ropa que me gusta, comida, etc etc. 

 Y empieza lo bueno. Al cortarme el pelo, me lleva a la zona de lavado, donde puedes escoger el tipo de champú que quieres que te ponga (yo elegí melocotón y fresa) y te lava el pelo. Hasta aquí como en Barcelona, hasta que te pone una toalla caliente en la cabeza y utiliza tu cabeza a modo de tambor para hacer percusión africana, seguido de “esto también te lo hacen en España?”. Pero el baile/ritual africano no acaba aquí! Una vez sentada de nuevo en la silla donde me cortó el pelo, sigue con un masaje de cráneo (yo estaba suplicando que no se me salieran los pocos kanji que tengo de la cabeza, con tanto meneo) y un masaje en los hombros y cuello. 

 El resultado: Me cortó el pelo como le dije, diciéndome claramente lo que opinaba, de manera súper educada y yo salí de allí a ritmo de mambo, más feliz que un 8 (eitoooo ♥).




Yo no sabía que esta sociedad era así.

  Pues si. Yo no sabía que la sociedad japonesa era así. Ha sido una gran decepción y descubrir que, al menos en Tokyo, la juventud japonesa tiene un gran problema. Qué digo uno, tiene muchos. Después de estudiar sociedad contemporánea aquí, en Sophia University, hemos aprendido que la sociedad japonesa tiene aún muchos asuntos que tiene que solucionar, asuntos relacionados con la segunda guerra mundial, con las relaciones con Corea, China. Asuntos que no se pueden dejar en manos de la generación adulta actual, ya que es precisamente la que no está dispuesta a cambiar nada. Disminución de los matrimonios y del número de hijos porque no quieren tenerlos sin estar casados, desigualdad de género aún muy existente, etc, etc. Por eso la clave está en que los jóvenes se movilicen y cambien la situación. 

PUES LO LLEVAN CLARO. 

 Llega un momento en el que decides reírte de todo o ponerte choni. Sí si, te sale la vena gitana que pensabas que no tenias y te pones a maldecirles en español basto. Porque no es normal. No es normal que se les sigan imponiendo unos valores sociales tan fuertes durante los años de colegio y cuando se hacen adultos se vuelvan salvajes de la jungla. No es normal que en un concierto actúen como si cantaran canciones de cuna, sin moverse, sin saltar sin querer lanzarle bragas al cantante, y luego en las discotecas bailen a ritmo de ska, dando codazos, empujones, tirando las bebidas, dejándote moratones en las piernas y un 25% de las chicas borrachas que ni pueden andar, pero eh! Vamos a la pista de baile a seguir tocando los ovarios a la gente. 

 Pues bien, es mi turno de sacar mi vena de chunga y decirles: “deja de molestarme, borracho de mierda”, “deja de empujarme y compórtate, lagarta”, “si me tocas el culo, te lo tocaré yo a ti o te pegaré una hostia, como quieras”. 

 Y se lo digo y me quedo tan ancha. No, mentira, no me quedo tan ancha. Me quedo decepcionada. No me esperaba esto y no me gusta ponerme así de irascible con una sociedad que pensaba que era de otra manera. 





Pero no pasa nada, para eso estoy aquí, para estudiar y aprender de lo que me están enseñando! Y aún hay muchísimas otras cosas que me mantienen atadísima a este bello país.